Qué les enseña "La cenicienta" a nuestr@s hij@s???
Este será un artículo de opinión y bastante crítico; pues de los muchos cuentos infantiles clásicos que perduran en el tiempo, "Cenicienta " me parece el más machista de la historia.
Cenicienta, directamente y abiertamente lo digo: me cae mal.
¿Qué nos explica este cuento? nos desarrolla el prototipo perfecto de la mujer en la sociedad patriarcal y machista: Limpia, cuida la casa, todo el día sin parar, aguanta desprecios, insultos, agresiones.... y lo hace cantando y con una sonrisa, porque todo tu sufrimiento llevado con humor, te llevará a ser la más guapa del baile, con unos puñeteros zapatitos de cristal (que no se cree nadie cómo pudo aguantar con ellos,no era suficiente con que fueran de alto tacón, para que encima tuviera que bailar subida en cristal!).... y claro, al ser la más guapa y fashion, el príncipe se enamorará de tí, y sin apenas hablar ni conocerte ya querrá casarse contigo y tú con él, porque querid@s amigos :¡¡¡ el interior no importa!!!
¡uf!, ¿que no podía ella por sí misma salir de aquella casa donde la estaban maltratando?, ¿había que aguantar vejaciones para que la salvara el príncipe?, ....¡oooostras! la estaba poniendo verde, cuando me ha sobrevenido una reflexión...: Cenicienta, sufría el síndrome de indefensión aprendida!...sufría malos tratos desde muy pequeña....he caído en lo se suele decir de las mujeres que supuestamente "aguantan malos tratos", como que la culpa la tienen ellas por aguantar. Puede que su canto y su actitud se debieran a que tenía alta resiliencia, alta capacidad de aguante para poder superar obstáculos sin dejar de ser ella misma en esencia.
Hoy en día, podríamos darle un final diferente, sin príncipe ni puñeteros zapatos de cristal, un final en el que el valor se le diera a ella por ser ella misma, perdón Cenicienta, me caes bien, mucho mejor de lo que pensaba , te hubieras merecido otro final, otro desenlace, éste por ejemplo:
Cuento: "Cenicienta la feminista" (Linda Taylor, 1996)
Había una vez una hermosa joven de nombre Cenicienta. Vivía, desde la muerte de sus padres, con su cruel madrastra y sus dos feas hermanastras, quienes la celaban y la trataban muy mal.
Cenicienta debía hacer la mayoría de los trabajos desagradables de la casa y recibía muy poco de los bienes materiales y del afecto de su familia. Esto porque la madrastra de Cenicienta resentía su belleza y el afecto especial que el difunto marido sintió por su hija.
Un día se anunció un evento fenomenal en el reino. El rey ofrecía un baile al que estaban invitadas todas las solteras disponibles. Ahí conocerían al príncipe, quien elegirá entre todas a su afortunada esposa.
En la casa de Cenicienta se empezaron a realizar los preparativos para el baile. La madrastra decidió que una de sus hijas debería ser la nueva princesa. Ella sabía que su fortuna estaba reducida y no contaba con los atributos para un nuevo matrimonio. Su esperanza de un futuro confortable radicaba en las perspectivas matrimoniales de sus dos hijas. A Cenicienta se le obligó a trabajar sin descanso, en el arreglo de sus hermanas. Ella, desesperada, le suplicó a la madrastra que la dejara asistir también. Pero ésta, más celosa que nunca por la belleza de Cenicienta, le negó el permiso y se encargó de que no contara con la ropa adecuada para el evento.
Tarde en la noche, dos semanas antes del baile, cuando el nerviosismo cundía en la casa, Cenicienta se sentó, triste y desconsolada, frente a la ventana de su frío y vacío cuarto a soñar con una mejor vida.
De repente se le apareció su Hada Madrina. Tenía el cabello gris, la mirada inteligente y le dijo: "Buenas noches querida, yo soy tu Hada Madrina".
Después de oír la versión de Cenicienta, el Hada Madrina decidió convocar a las cuatro mujeres de la casa. Una vez reunidas, dirigió una sesión de terapia para analizar los problemas. Las mujeres empezaron a compartir sus sentimientos y temores. Cenicienta se enteró de que la envidia de sus hermanas se debía a las propias inseguridades con respecto a su capacidad de gustarles a los hombres. Las hermanastras oyeron las quejas de la heroína acerca de su soledad y de la falta de cariño que sentía. La madrastra pudo expresar que sus decisiones eran producto no de un genuino odio contra Cenicienta, sino de sus temores de envejecer y quedarse sin dinero.
Como resultado de esta sesión, Cenicienta y sus hermanas decidieron hacer ciertos cambios en vista de que no tenían resentimientos verdaderos. Todas aprobaron los siguientes acuerdos:
Dejarían de depender de otros económicamente y trabajarían por la autosuficiencia del grupo.
En vez de competir como fieras por los hombres, empezarían a vivir con más solidaridad.
Desistirían de valorarse sólo por sus atributos físicos y éxitos con el sexo opuesto y se dedicarían a desarrollar su vida intelectual.
No permitirían que su poder y posición social se determinara por su relación con el hombre aunque la sociedad así lo hiciera.
Para llevar a cabo esta política, las cuatro mujeres decidieron solicitar un préstamo al banco e iniciar una pequeña industria de escobas. Las ventas fueron tan buenas que para el día del baile, las cuatro habían adquirido las prendas para el evento.
Cuando ingresaron en el castillo, el príncipe se trastornó por la belleza de Cenicienta y corrió a sacarla a bailar. Se dio cuenta de que esta era la mujer de sus sueños y la mejor candidata para esposa. Sin embargo, al príncipe no le hizo mucha gracia enterarse de que Cenicienta pensaba matricularse en la Escuela de Derecho y unirse al Movimiento Republicano del Reino (M.R.R.) que pretendía una reforma constitucional y terminar con la monarquía y ausencia de democracia. Menos le entusiasmaría al príncipe oír de labios de Cenicienta que de casarse con él esperaría que le ayudara a cocinar.
Cenicienta se sintió la mar de aburrida con este hombre tan narcisista, que sólo hablaba de caballos y carros y optó por escabullirse y buscar a alguien más interesante en la fiesta.
El príncipe se encontró con Bárbara, la madrastra de Cenicienta y ésta ante el asombro general, lo invitó a bailar. El monarca, sin salir aún de su conmoción, empezó a sentir una gran atracción por la atrevida dama. Se dio cuenta de que esta mujer, segura de sí misma, madura y de mucha experiencia, resultaba más interesante que todas las otras adolescentes juntas. "Huyamos Bárbara –dijo él- antes de que el rey se entere". Bárbara, que se sentía que no podía abandonar su trabajo y su industria de escobas, decidió, entonces realizar un viaje con el príncipe a Nueva York en el que combinaría el placer con los negocios. En esa ciudad tuvo su romance y pudo, al mismo tiempo, estudiar los nuevos modelos de escobas.
Cenicienta, por su parte, se matriculó en la Universidad y se fue a vivir con su hermanastra Emperatriz. Nuestra heroína decidió postergar sus planes matrimoniales hasta obtener su doctorado en leyes. Su hermana estudiaría karate y abriría una academia popular.
Su Hada Madrina fundó el albergue para hadas agredidas (A.M.H.A.). La hermana menor se casó con un bailarín de ballet que se había escapado de otro cuento de hadas en busca de mayor libertad artística.
Ambos recogerían fondos para apoyar a los vampiros que habían enfermado de sida por su trabajo en otros cuentos.
Todos vivieron felices y comieron perdices.
Fuente:https://docs.google.com/document/d/1LGFOKGbfxyS29tSisjFcqeuRlb7uFjvQuerrQjUn1RU/edit?hl=es